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La Internacionalización Truncada: Una Lección de Liderazgo y Estrategia


Era un momento de grandes expectativas. Una empresa con más de medio siglo de trayectoria había decidido dar un paso trascendental:


Expandirse más allá de sus fronteras. Con un equipo de más de mil empleados y una infraestructura robusta, la empresa había desarrollado una estrategia minuciosa para ingresar a tres nuevos mercados.


La gerencia general, liderada por un estratega experimentado, contaba con el respaldo pleno de la junta directiva, y cada inversión había sido cuidadosamente planificada: adquisición de equipos, capacitación del personal y adecuación de la infraestructura.


Sin embargo, a un mes del lanzamiento, la historia dio un giro inesperado.


Se realizó la Asamblea General de Accionistas y, con ella, la elección de una nueva junta directiva.


A diferencia de la anterior, esta nueva directiva no estaba alineada con la visión estratégica de internacionalización.


Movidos por intereses particulares y una visión conservadora, decidieron que el nuevo servicio era simplemente una extensión de los actuales, sin considerar las complejidades del macroentorno de negocios en los tres países objetivo.


Decisiones erradas, consecuencias devastadoras


Una de las primeras decisiones de la nueva junta fue el nombramiento de un gerente general sin experiencia ni competencias en expansiones internacionales.


Con una visión simplista, lanzaron el proyecto sin la preparación necesaria, con la idea de que ?por el camino se arreglarían las cargas?.


Pero los negocios internacionales no funcionan bajo suposiciones erróneas ni improvisaciones.


Los resultados no tardaron en hacerse evidentes. La falta de comprensión de los nuevos mercados llevó a una ejecución deficiente.


Los clientes no respondieron como se esperaba, los costos operativos se dispararon y los equipos de trabajo, mal capacitados y desorientados, no lograban cumplir los estándares exigidos en los nuevos entornos regulatorios.


Mientras tanto, el nuevo gerente culpaba a la administración anterior por los fracasos, sin asumir la responsabilidad de enderezar el rumbo.


Al cabo de un año, el proyecto se había convertido en un desastre absoluto.


Las pérdidas eran astronómicas, los bancos prestamistas iniciaron acciones judiciales por incumplimientos, y la confianza en los mercados extranjeros se evaporó.


La situación se agravó con liquidaciones masivas de personal, sanciones fiscales y laborales, y el embargo de equipos e infraestructura. Todo lo construido se desmoronó.


Lecciones clave desde la estrategia y la alta dirección


  1. Liderazgo y competencia en la dirección Un directorio empresarial debe estar compuesto por personas con conocimientos sólidos en estrategia, mercado y gestión de grandes empresas. Dirigir una organización con más de mil empleados y multimillonarias inversiones requiere capacidades que no pueden ser improvisadas.
  2. La continuidad estratégica es fundamental Cambiar la dirección de una empresa sin un análisis profundo y sin respetar las estrategias previamente definidas puede llevar a la ruina. Las decisiones deben ser fundamentadas en el conocimiento y no en suposiciones o intereses particulares.
  3. Los mercados internacionales no son extensiones del mercado local Cada país tiene sus propias dinámicas, regulaciones, cultura de consumo y exigencias. Asumir que lo que funciona en un mercado operará igual en otro es un error costoso.
  4. La planificación y la ejecución deben ir de la mano Una estrategia bien diseñada pierde su valor si es ejecutada por personas que no comprenden su esencia ni cuentan con la capacidad de implementarla.
  5. El rol de la junta directiva es crítico La renovación de juntas directivas debe realizarse con responsabilidad, garantizando la presencia de expertos y no solo de representantes con intereses particulares. La incorporación de miembros externos con conocimiento especializado puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
  6. Mentores externos: clave para el éxito financiero Contar con mentores externos como invitados a formar parte de las juntas directivas aporta una perspectiva objetiva y especializada, libre de intereses internos. Estos expertos pueden ofrecer análisis imparciales, identificar riesgos y oportunidades que los directores internos podrían pasar por alto y contribuir a la toma de decisiones más acertadas. Su participación no solo mejora la gestión estratégica, sino que también fortalece la confianza de inversionistas y entidades financieras, garantizando mejores resultados económicos y sostenibilidad a largo plazo.

Conclusión


El caso de esta empresa demuestra que la estrategia empresarial no puede estar sujeta a improvisaciones ni a cambios abruptos por decisiones poco fundamentadas.


Contar con líderes y directores con las competencias adecuadas es esencial para gestionar organizaciones de gran envergadura y para enfrentar los retos de la globalización.


La alta dirección no es un juego de ensayo y error; cada decisión impacta de manera directa en la sostenibilidad y crecimiento de la empresa.


Este es un recordatorio poderoso de que el liderazgo visionario y la preparación estratégica no solo son deseables, sino imprescindibles.


Soy Edgar Correa, Director Gerente del Grupo empresarial Dirproyect; Consultor estratega, Mentor de Negocios, CEO de Escuela de Negocios Online, Consultor Transformación Digital Modineg.


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